Me llamo Miguel A. Manzanares y mi afición por los mastines españoles se remonta a mi juventud.
Todo comenzó en mi época de estudiante en Madrid. Allí compartía piso con grandes amigos cántabros que, en muchas ocasiones, me invitaban a visitar su tierra, igual que yo los invitaba a visitar la mía, Málaga. Fue en uno de esos viajes, concretamente a Torrelavega en 1.988, cuando en casa de mi amigo descubrí al mastín español. Ahí surgió el flechazo.
Desde ese momento fui interesándome cada vez más por él. Cada vez que iba a Cantabria aprovechaba para aprender más sobre estos perros, comprar libros y revistas sobre ellos… Me fascinaba su molosidad, su belleza, su nobleza, su carácter y también todas las historias y leyendas que rodean a esta mítica raza. En ese momento me prometí que, en cuanto pudiese, tendría mis propios mastines españoles.
Y eso sucedió en 1.993 cuando, tras terminar mis estudios, adquirí mi primer perro de esta raza proveniente de un amigo ganadero de la provincia de Málaga. Poco a poco me fui haciendo con más ejemplares entre los que recuerdo con especial cariño a dos machos, Rubén y Turco, y a mi primera hembra, Goya, proveniente del reputado afijo cordobés de la Aljabara.
Me hice socio de la AEPME, pero mi actividad profesional y la expansión internacional de mi bufete de abogados me hacía pasar largas temporadas fuera de España, por lo que tuve que interrumpir la crianza. Mi pasión seguía viva y estaba decidido a volver a criar mastines españoles en cuanto volviera a instalarme definitivamente aquí. Esta vez bajo mi propio afijo.
Fuente del Grajero es el nombre de la finca en la que crio a mis mastines españoles y por eso me pareció una buena idea denominar así mi afijo.
Sin más, les doy la bienvenida a esta página de la que espero disfruten y les haga aficionarse a una actividad tan maravillosa como es la cria de mastines españoles.
Saludos cordiales.